Thursday, March 25, 2010

Hay blog.

Como muchos saben, este blog esta discontinuado a favor de www.aleblanco.com.ar

Voy a hacer un post acá cada vez que tenga material nuevo por lo menos hasta que se acostumbren a revisar el nuevo blog.

Así que pueden entrar y leer "Un cuento de chinos: El tango y el Nono" en http://www.aleblanco.com.ar/blog/el-tango-y-el-nono/

Monday, March 8, 2010

Desde el Cielo

Esperaba a que apareciera y no tenía miedo de enfrentarse al enemigo. Mario Luis Perozza se encontraba adentro de un pozo que tuvo que ser cavado con prontitud. El barro, fangoso y frio cubría gran parte de su ropaje mientras que sus dedos estaban al borde del congelamiento. "No hay guante que aguante -Pensó, mientras disimulaba una sonrisa por la asociacion de palabras tan básica que había hecho-." Pero no eran tiempos de sonrisas, en cualquier momento su cabeza podía volar en pedazos y salpicar con sus propias entrañas a los compañeros que se acomodaban en sus alrededores. No podía quitarse esa nefasta imagen de la cabeza desde que a Horacio Recali, soldado conscripto clase '62 y amigo personal suyo habia corrido con esa suerte la semana anterior. La guerra es cruel y a veces no depende de uno si no, de la suerte. La pericia del enemigo estaba fuera de discusión: demostró que sus disparos eran certeros y no perdonaban el más mínimo error de las tropas amigas.

Por las noches uno se sentía solo, el clima era despiadado y la espera infinita. Esa noche a Mario le tocó guardia. Se mantenía asomado al borde de la trinchera que él mismo había cavado algunas semanas atrás. Se preguntaba cuantas personas habrían cavado su propia tumba; en cualquier momento podía pasar su nombre a engrosar esa lista. En esa maldita fosa helada.
 Quería mirar a lo lejos pero era inútil. Todo estaba oscuro, oscurísimo. Apenas se podían ver unos 6 o 7 metros delante. Agudizar el sentido de la escucha era clave y la música de la noche se tornaba de inquietante a insoportable. "Es complicado luchar contra el enemigo, al mismo tiempo que se pelea contra el frío y el hambre -Supuso-." No hace falta ser estrategista ni mucho menos para llegar a esta deducción. Él, de hecho, abandonó sus estudios secundarios entrando el 2do año, ya que para su padre le era imposible mantener a toda la familia y tal como hizo su hermano mayor  cuando cumplió los 15 años, consiguió un trabajo en una maderera de la zona. El trabajo era duro, el trato malo y la paga horrible. Las 14 horas que trabajaba por día lejos de destrozarlo, templaron su cuerpo y su carácter. "El maltrato constante del patrón no era nada comparado al del Capitán Herrando -Reflexionó, mientras acariciaba el gatillo de su fúsil, con el objetivo de que sus extremidades no pierdan la movilidad frente al frío y así no tardar ni un segundo en disparar directo a un soldado enemigo, si este llegase a aparecerse frente a su trinchera-."

Tres años trabajó en la maderera. Día tras día sus sueños se iban aplastando. Su espiritu, indomable, se iba aplacando. Su vida le era ajena, hubiera dado todo por saber en que momento le había sido arrebatada. Se negaba a creer que desde que nació en aquel pueblo estaba condenado a no tener posibilidades. Juraba que el destino era algo que cada uno se va creando, a fuerza de motivación y trabajo duro. Pero por las noches llegaba tan cansado a su casa que ya apenas podía pensar en esto. Mario hubiera llorado muchas noches si no fuese por este cansancio mortal que le impedía salirse de la rutina: Llegar, comer, ducharse e irse a dormir, en ese orden.

Hay gente que sueña despierta. Y cada tanto se le cruzaba a Mario la idea que al despertarse a la mañana siguiente tendría una vida diferente, donde terminaba sus estudios, compartía el desayuno con todos sus hermanos, y a veces hasta se atrevía a pensar que su madre, -Que murió algunos días después de su cumpleaños número 8 de un cáncer fulminante y súbito, tanto así que su agonía duró un par de semanas- era la que les preparaba el desayuno. Soñaba también con algo más que pan y mate cocido. Hasta podía imaginarse en su boca el sabor del café con leche y facturas –La tortita negra y el vigilante eran sus preferidas-. Como castigo a la gente que sueña despierta, el mundo se empeña en recordarles que todavía no apareció una sola persona cuyo sueño se haya visto cumplido de esta forma. Mario no iba a ser la excepción.

-Pssst! Mario!
-¿Qué pasa? ¿No podés dormir Pepe?
-Quiero mandar todo a la reputa madre.
Pasaron unos cuantos segundos, hasta que se oyó: -Aguanta viejito, dicen que todo se termina pronto. Ahora dormite que te necesito despierto mañana.

Cada tanto, sus ojos se cerraban involuntariamente. Su cabeza caía para adelante unos centímetros, hasta que recobraba el control y volvía a erguírla mientras se decía: "Sólo faltan 5 minutos para el relevo Marito, bancala que te vas a dormir."

Tampoco era fácil llevar el noviazgo dada la situación en la que se encontraba. Sin embargo Lucrecia entendía esto. Sabía que Mario regresaría, aunque no había día que no rezase para que ese día sea antes que el del nacimiento de Manuel, su hijo por venir, ya con 5 meses dentro del vientre de su madre. Lucrecia, dicen, era de buena madera. Su condición social no difería mucho de la de Mario, quizás eso ayudó a su unión. Ó quizas no. Se conoce que la movía un amor sobrenatural, se conducía por la vida con gracia, como flotando. Su compañía daba gusto, los mates que ella cebaba siempre eran los más ricos, y sus besos los más dulces.

Tejía unos escarpines celestes: La lana y el color de ésta fueron elegidas por Maria Victoria, la mamá de Lucrecia. El punto Santa Clara era su especialidad, pero prefirió usar punto elástico para esta prenda, ya que se acomodaría mejor a los piecitos de Manuel. La vida te da revancha, pero la muerte no.

Mario no fue un héroe. No hubo aviso, no hubo posibilidad de defenderse, ni de despedirse. Las bombas cayeron directo sobre su trinchera. La explosión duró apenas un par de segundos. Se alzó un fuego rojo y naranja que todo lo consumó. Luego apremió la calma. En el horizonte despuntaban los primeros rayos de sol: El día iba a ser claro pero el silencio fue absoluto.