Wednesday, February 24, 2010

Queda Lejos Pt.2

Muy, pero muy rápido desapareció la tierra firme. Y la historia, o sea, el pasado, el presente y el futuro se confundían entre sí.

Quizás no se dio cuenta que la burbuja donde se encontraba lo estaba protegiendo del exterior. Quizás no quería ser protegido.
Tampoco pensaba ya en cuanto tiempo iba a tener que permanecer en ella. Sería el necesario, ni más ni menos.

Se perdió durante quien sabe cuánto tiempo en recuerdos olvidados de su infancia. Saboreó cada minuto con exquisitez. Supuso que esos recuerdos sólo existían en su mente. Y estaba en lo correcto. Ya nadie los tenía presentes, nadie los escribió, y nadie lo haría. Cada minuto de su cabeza se iría consigo a la tumba sin ser recordado.

Extrañamente, esto no lo entristecía, ya que, por un lado, sus recuerdos no merecían ser escritos ni mucho menos. Ningún escritor hubiera vendido una sola novela acerca de su vida, más que con la vida de cualquier otro muchacho de pueblo que se animó a vivir su sueño. Y por otro lado, era un poco celoso de sus recuerdos, y se sentía especial pensando que eran sólo suyos y así seguirían.

Historias, palabras, olores, colores. Todos se fusionaban en retratos indescriptibles. Volaba y se perdía en ellos. Momentáneamente se olvidó de su cárcel invisible y se dejó llevar por la corriente. Flotó dentro de su ser, entre sonrisas tímidas y con una mirada convaleciente pero de ojos bien abiertos. Antes de que las primeras lágrimas lo delataran, estaba llorando. Simplemente llorando.

Monday, February 8, 2010

Queda Lejos Pt.1

Luego de concretar su primera cumbre, su primer pico, el joven explorador mira el horizonte. El vacío es celeste. Es celeste y profundo. Sólo se detuvo un segundo a contemplar ese paisaje.

No existe una noción cierta del tiempo; si este corre o está detenido es ahora irrelevante. La inmensidad todo lo cubre y todo lo que parecía importante queda en un segundo plano.

La luz se pone tan brillante que enceguece los ojos, e inmediatamente todo se vuelve blanco. Se sintió flotar e intentó, en vano, gritar. Impotencia. No conseguía emitir una sola palabra por más pequeña que esta fuera. Movía su cuerpo velozmente en rápidas ráfagas pero todo a su alrededor se mantenía inmóvil. Los intentos por despertar fueron inútiles.

Agotó sus energías en poco tiempo y una vez que abandonó la lucha todo quedo inmóvil. No tiene más remedio que pensar, quizás concentrándose en salir de dónde quiera que esté, quizas solo así logre salir.

Primero intenta descifrar donde es que se encuentra. El color blanco le hace recordar a sus libros religiosos que leía en su infancia. El color de Dios solo podía significar pureza: el Cielo tal vez. Se atemoriza y se piensa muerto. Coinciden las descripciones, sin embargo el no sabe que todavía es demasiado joven para morir.

Sigue pensando. Se frustra. Decide ponerse a tono con el lugar y vaciar su mente, ponerla totalmente en blanco. Comienza a disfrutar de la paz que lo rodea: al fin y al cabo recién terminaba de escalar una dura montaña.

Supo acordarse de que no había gozado un momento de paz como este en años. Pero no supo que en realidad jamás había tenido un momento de paz como este en toda su vida.

Por más que lo intentó era imposible acostumbrarse. Todavía lo recuerdan en su barrio diciendo que la paz es para los ancianos que tienen más tiempo. Los ancianos se ponían tristes por el explorador, porque no se daba cuenta que, a contramano de lo que pensaba, cuanto más viejo es uno, menos tiempo le queda en este mundo.

Su barrio era como cualquier otro: polvorientas calles de tierra, casas bajas y niños jugando en los pocos árboles que había. Ninguno de sus habitantes llegó a imaginar siquiera a nuestro joven en la cima del mundo, donde solo se necesita alzar las manos para tocar el cielo, donde cada plegaria es escuchada más detenidamente por Dios, donde los sentidos son ensordecidos y tan por encima de las nubes que el sol brilla incesantemente.

Ahora estaba solo, en una jaula invisible, aislado del tiempo y de las leyes de la física, se imaginó quizás sea una redundancia decir eso: “Aislado del tiempo y de las leyes de la física”; nunca lo iba a poder determinar, ya que había elegido no estudiar para dedicarse a lo que lo hacía realmente pleno.